En la isla de Avalon, nombre antiguo que significa "Isla de Cristal", se establece el reino de las Hadas.
En esa isla mágica no es necesario sembrar para obtener cosechas abundantes. Allí crecen deliciosos frutos y el sol es perenne,
Las Hadas detestan las noches negras que son las preferidas de los espíritus malignos.
En cambio, eligen para sus días de fiesta y de reunión, así como para sus bailes y festines, las bellas noches alumbradas por una luz plateada, dulce y pareja.
Sus lugares de cita son siempre seleccionados con muy buen gusto: una límpida fuente, un claro que se abre en una pradera, los lugares de los bosques en donde los árboles son más verdes y los tapices de musgo, más abandonados y bellos.
Mab es la reina de las hadas. Aparece y su porte no es mayor que el ágata en el índice de un concejal. Llega en un carro tirado por una cuadriga de diminutos corceles, paseándose pór las narices de los hombres mientras duermen. Los rayos de las ruedas de su carroza son largas patas de araña; su dosel, alas de saltamontes; las riendas, hechas de finísima telaraña; los arneses, de mojados rayos de luna; su fusta, del huesito de un grillo y su cochero es un cínefe de librea gris.
El hada Morgana es la sanadora. Es muy instruida en el arte de curar heridas y enfermedades.
Es hermana del rey Arturo y discípula del Mago merlín.
Cuando su hermano cayó herido, Morgana lo llevó a la isla de Avalon para sanarlo.
A las Hadas aristocráticas les encanta el ajedrez, sobre todo si juegan contra un humano. Dicen que las más habilidosas son las que viven en Irlanda y en Escocia. Son tramposas, porque es tal su superioridad frente a los humanos, que les gusta retarlos a tres partidas, dejándose vencer en las dos primeras, para que se confíen. Luego los convencen para hacer apuestas cada vez más ambiciosas, y en la tercera, cuando ya los tienen a su merced, se muestran implacables, ganando el premio que ellas eligen.
Les gusta lucir vestidos vaporosos o túnicas blancas; joyas, tules, lazos y velos de colores. Existen, sin embargo, otras que optan por cubrirse simplemente con hojas de arbustos.
Su golosina preferida es la miel y tienen pasión por la música. Disfrutan cantando, tocan el violín, la flauta, el arpa y aman bailar.
Cuentan que las noches previas al cambio de estación, las hadas se divierten en el bosque con sus cantos y danzas, en el apogeo de sus poderes. La noche más propicia para toparse con un corro de hadas es la Noche de San Juan, su preferida. Esas veladas siguen un ritmo determinado, ritos que se cumplen fielmente.
Primero preparan sus cortejos mágicos, iniciando un magnífico desfile. Las Hadas lucen vestidos de sedas y tules. Las acompañan sus corceles, adornados con campanillas y borlas de colores; y justo cuando llega la medianoche avanzan en procesión.
Hadas, mundo mágico que nos retrotrae a la infancia, época plagada de fantasía y con sabor a caramelo.
Y recordemos que..."el hombre que no juega perdió para siempre al niño que vivía en él y que en determinadas situaciones le hará mucha falta". (Pablo Neruda)
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