En febrero de 1504 un desesperado Colón quedó varado en Jamaica.
Sabiendo por su almanaque que un eclipse lunar iba a tener lugar el 29 de ese mismo mes, el Almirante advirtió a los isleños que su dios estaba enojado con ellos por no proporcionarle alimentos, y que la luna "se levantaría inflamada de ira".
La noche del eclipse la luna se oscureció y adquirió un tono rojizo. Los isleños, aterrorizados, se pusieron a disposición de Colón y le suplicaron que abogara por la misericordia divina.
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