Durante la Edad Media, la mandrágora era utilizada por las brujas para sus diferentes rituales.
Se creía que la planta tenía características humanas porque sus raíces parecían dos piernas.
Hay historias que cuentan que la mandrágora gritaba lamentándose cuando la arrancaban de la tierra, pudiendo enloquecer a las personas, por eso se amarraba a un perro a la planta para arrancarla.
Según las creencias populares crecía bajo los patíbulos donde caía el semen eyaculado por los ahorcados durante las últimas convulsiones antes de la muerte.
Era usado tanto en la magia negra como en la magia blanca, ya que es venenosa y curativa al mismo tiempo, según el tipo de uso. Cuando juzgaron a Juana de Arco la acusaron de usar la planta porque sus jueces pensaron que ese era el pecado de que oyera voces.
La leyenda asegura que favorece la libido y que sus raíces se transforman en duendes que se dedican a favorecer al dueño de la mandrágora. No todas las plantas tienen raíz de forma humana, sólo algunas y éstas son las auténticas hechiceras. El afortunado poseedor de una raíz de mandrágora en forma de hombrecito, sostiene que esta planta en el momento de arrancarla, grita, y que el grito mata a quien ose arrancarla.
El procedimiento para arrancarla y salvar la vida es el siguiente:
Se cava hondo alrededor de la raíz hasta ponerla al descubierto. Se ata una cuerda a la raíz y el otro extremo se ata al cuello de un perro. Se llama al perro desde una distancia prudencial. El perro tira de la planta y la arranca. La planta grita y el perro muere. Dado el poder hechicero de la mandrágora merece la pena sacrificar al perro.
Comentarios
Publicar un comentario