"En 1917 tuve la suerte de ver un hada en la habitación de un niño pequeño, primo mío.
Fue una centésima de segundo, peo la vi.
Esta hada estaba encaramada en la cortina, relumbrante como si estuviera vestida con un traje de ojo de perdiz, pero me es imposible recordar su tamaño ni su gesto.
No hablo con humor ni con ironía: hablo con la fe arraigada que sólo tienen el poeta y el niño.
Al hablar de las hadas, cumplí con mi deber de propagandista del sentido poético".
Comentarios
Publicar un comentario