Erin tardó varios días en desmalezar el jardín, podar los diferentes arbustos
y plantas trepadoras, cortar el césped, que en algunos lugares parecía
devorar las exquisitas orquídeas, de pétalos densos y brillantes; y los
delicados lirios blancos. Trabajaba cantando y con esperanza.
Una noche de tormenta, mientras estaba ordenando el laboratorio de la misteriosa bruja, a la que no volvió a ver desde su llegada al Castillo de Coral, le llamó la atención un libro de gastada tapa de cuero que descansaba sobre un atril de plata. Comenzó a hojearlo con mucho respeto, si bien no sabía leer, las ilustraciones de botánica, astrología y cosmología, captaron su curiosidad.
_ ¿Qué haces?_ la voz estridente y autoritaria lo hizo temblar.
Al volverse se encontró cara a cara con los ojos afilados de un cuervo que lo observaba desde el macizo escritorio desbordante de pergaminos, tinteros y plumas de ave.
_ ¿Qué haces? _ repitió.
Erin, ante la sorpresa, se paralizó; la respuesta, atragantada.
_ Le contaré al ama sobre tu insolencia, seguramente te echará. No soporta que hurguen en sus cosas.
_ Te imploro, no le cuentes. Lo haré yo mismo. Si cometí un error, asumiré las consecuencias.
El cuervo extendió sus renegridas alas y se lanzó sobre él pasando muy cerca de su cabeza. Apenas lo rozó.
A la mañana siguiente se presentó la bruja en el momento que Erin desayunaba. El joven se atoró con el café, que junto a un aromático pan casero, aparecía mágicamente todos los amaneceres en la larga mesa de la cocina.
_ Sígueme _ le ordenó la oscura dama.
Obedeció sin vacilar con un nudo en el estómago.
Lo primero que vio al llegar al laboratorio fue el enigmático libro abierto en una página poblada de extraños caracteres.
_ Debo confesarte algo _ trató de ser valiente.
_ Habla
_ Ayer me dejé llevar por mi curiosidad y hojeé torpemente tu libro _ dijo señalándolo._ Te pido perdón por mi insolencia.
La bruja sonrió mostrando una impresionante dentadura de hierro que dejó boquiabierto a Erin.
_ Me satisface que no me engañes, pequeño campesino. No tolero la mentira y la holgazanería, veo que ellas no te dominan...aunque sí, la curiosidad. _ y con picardía le guiñó un ojo. Erin quedó de una pieza ante semejante gesto. La bruja estaba de buen humor.
_ Tres cosas me agradan de tí : tu amor a la naturaleza, has trabajado incansable en mi jardín a pesar de tu discapacidad, respetando cada planta, cada flor. Tu sinceridad, has sido valiente al confesar tu torpeza sin importarte el castigo. Y tu gran amor a los tuyos por quienes has padecido grandes sufrimientos.
Erin escuchaba y lloraba.
_ ¿Ves ese libro? Es el Heptameron, explica la manera de convocar a los espíritus, ya sea para pactar con ellos o para dominarlos para que cumplan mis deseos, como solía hacerlo tiempo atrás el rey Salomón.
He visto dentro de tu corazón, sé que eres una persona pura y de intenciones nobles. Otro hubiese matado al cuervo para que no lo delatara, pero tú preferiste enfrentar mi furia y decir la verdad.
Erin recordó las palabras de su amigo," la bruja puede tomar la forma de cualquier animal".
_Ya puedes regresar a tu hogar, pequeño campesino _ lo dijo con amabilidad, casi con cariño.
_ Pero, ¿mi pierna? _ se desilusionó.
_ Confía, siempre confía _ y ante la mirada azorada de Erin, la bruja se evaporó.
Su madre y sus hermanos lo recibieron con alegría. Querían saber todo cuanto había acontecido en el mágico Castillo de Coral.
_ ¿Eso te dijo la bruja? ¡Que raro! Es el mismo consejo que me dio el médico jorobado que amputó tu pierna. ¡Que raro!
Agotados, se fueron a dormir temprano. A media noche, la mujer se despertó sobresaltada. Enseguida percibió una fragancia dulce y suave. Encendió una vela y fue a ver a sus hijos. Al acercarse a la cama de Erin, con sorpresa observó que debajo de la raída manta que abrigaba al muchacho se encontraba no una, sino las dos piernas.
Muy lejos de allí, la bruja terminaba de convocar a los espíritus del bosque para cristalizar el deseo de Erin:
"Yo, Mara, bruja de la antigua tradición,
solicito a los árboles y al suelo del bosque
que me cubran de energía y resplandor,
Araña que teje, poder y fuerza.
Aire y Fuego, Agua y Tierra,
vengan en mi ayuda.
Abran mi espiral de fuerza y magia,
abarquen el alma que me han concedido,
Pentáculo de la antigüedad, piedras de lo profundo.
Sangre roja, agujas y alfileres, perfume de almizcle
escuchen mis palabras de luna a luna.
Cito al Señor y a las Damas de las Runas
que la pierna de Erin asome fuerte y sana
por la Ley de tres veces tres. Amén"
Una noche de tormenta, mientras estaba ordenando el laboratorio de la misteriosa bruja, a la que no volvió a ver desde su llegada al Castillo de Coral, le llamó la atención un libro de gastada tapa de cuero que descansaba sobre un atril de plata. Comenzó a hojearlo con mucho respeto, si bien no sabía leer, las ilustraciones de botánica, astrología y cosmología, captaron su curiosidad.
_ ¿Qué haces?_ la voz estridente y autoritaria lo hizo temblar.
Al volverse se encontró cara a cara con los ojos afilados de un cuervo que lo observaba desde el macizo escritorio desbordante de pergaminos, tinteros y plumas de ave.
_ ¿Qué haces? _ repitió.
Erin, ante la sorpresa, se paralizó; la respuesta, atragantada.
_ Le contaré al ama sobre tu insolencia, seguramente te echará. No soporta que hurguen en sus cosas.
_ Te imploro, no le cuentes. Lo haré yo mismo. Si cometí un error, asumiré las consecuencias.
El cuervo extendió sus renegridas alas y se lanzó sobre él pasando muy cerca de su cabeza. Apenas lo rozó.
A la mañana siguiente se presentó la bruja en el momento que Erin desayunaba. El joven se atoró con el café, que junto a un aromático pan casero, aparecía mágicamente todos los amaneceres en la larga mesa de la cocina.
_ Sígueme _ le ordenó la oscura dama.
Obedeció sin vacilar con un nudo en el estómago.
Lo primero que vio al llegar al laboratorio fue el enigmático libro abierto en una página poblada de extraños caracteres.
_ Debo confesarte algo _ trató de ser valiente.
_ Habla
_ Ayer me dejé llevar por mi curiosidad y hojeé torpemente tu libro _ dijo señalándolo._ Te pido perdón por mi insolencia.
La bruja sonrió mostrando una impresionante dentadura de hierro que dejó boquiabierto a Erin.
_ Me satisface que no me engañes, pequeño campesino. No tolero la mentira y la holgazanería, veo que ellas no te dominan...aunque sí, la curiosidad. _ y con picardía le guiñó un ojo. Erin quedó de una pieza ante semejante gesto. La bruja estaba de buen humor.
_ Tres cosas me agradan de tí : tu amor a la naturaleza, has trabajado incansable en mi jardín a pesar de tu discapacidad, respetando cada planta, cada flor. Tu sinceridad, has sido valiente al confesar tu torpeza sin importarte el castigo. Y tu gran amor a los tuyos por quienes has padecido grandes sufrimientos.
Erin escuchaba y lloraba.
_ ¿Ves ese libro? Es el Heptameron, explica la manera de convocar a los espíritus, ya sea para pactar con ellos o para dominarlos para que cumplan mis deseos, como solía hacerlo tiempo atrás el rey Salomón.
He visto dentro de tu corazón, sé que eres una persona pura y de intenciones nobles. Otro hubiese matado al cuervo para que no lo delatara, pero tú preferiste enfrentar mi furia y decir la verdad.
Erin recordó las palabras de su amigo," la bruja puede tomar la forma de cualquier animal".
_Ya puedes regresar a tu hogar, pequeño campesino _ lo dijo con amabilidad, casi con cariño.
_ Pero, ¿mi pierna? _ se desilusionó.
_ Confía, siempre confía _ y ante la mirada azorada de Erin, la bruja se evaporó.
Su madre y sus hermanos lo recibieron con alegría. Querían saber todo cuanto había acontecido en el mágico Castillo de Coral.
_ ¿Eso te dijo la bruja? ¡Que raro! Es el mismo consejo que me dio el médico jorobado que amputó tu pierna. ¡Que raro!
Agotados, se fueron a dormir temprano. A media noche, la mujer se despertó sobresaltada. Enseguida percibió una fragancia dulce y suave. Encendió una vela y fue a ver a sus hijos. Al acercarse a la cama de Erin, con sorpresa observó que debajo de la raída manta que abrigaba al muchacho se encontraba no una, sino las dos piernas.
"Yo, Mara, bruja de la antigua tradición,
solicito a los árboles y al suelo del bosque
que me cubran de energía y resplandor,
Araña que teje, poder y fuerza.
Aire y Fuego, Agua y Tierra,
vengan en mi ayuda.
Abran mi espiral de fuerza y magia,
abarquen el alma que me han concedido,
Pentáculo de la antigüedad, piedras de lo profundo.
Sangre roja, agujas y alfileres, perfume de almizcle
escuchen mis palabras de luna a luna.
Cito al Señor y a las Damas de las Runas
que la pierna de Erin asome fuerte y sana
por la Ley de tres veces tres. Amén"
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