En un pequeño pueblo del Cuzco vivía una anciana con su nieta doce años, vivaz y cariñosa. La niña asistía a una escuela alejada de su humilde casa. Debía salir dos horas antes para llegar a tiempo, ya que iba a pie. Por lo tanto a las cinco de la mañana ya estaba en camino y regresaba alrededor de las seis de la tarde. En esos pueblos tan apartados de la civilización apenas hay un teléfono en algún negocio de la zona. Allí llamó la niña para avisar a su abuela que se quedaría en la casa de una amiga que vivía cerca de la escuela para estudiar, ya que al día siguiente tenía un exámen importante. La dueña del almacén de ramos generales, gentilmente, le comunicó el mensaje a la anciana. A la noche, la mujer encendió el fogón para preparar una sopa, una cena sencilla puesto que su nieta no estaba. Mientras estaba saboreando la sopa de verduras, alguien golpeó la puerta. Grande fue la sorpresa de la mujer cuando en el marco de la puerta reconoció a su nieta que se presentaba con la c...