Lizbeth Borden se hizo tan famosa en Masssachusets que hasta le compusieron una canción con su "hazaña".
"Lizzie Borden tomó un hacha
y le dio cuarenta hachazos a su madre.
Cuando vio lo que había hecho
le dio cuarenta y uno a su padre".
Lizzie, una mujer de 40 años vivía junto a su padre y a su hermana. Al morir su madre, el padre volvió a contraer matrimonio. Ambas hermanas odiaban profundamente a la mujer.
El padre era un hombre tacaño y trataba a sus hijas, sobre todo a Lizzie, como si fueran niñas pequeñas. No consentía que hablaran con extraños y tampoco que salieran solas a la calle.
El 4 de agosto de 1892, Lizzie descubre el cadáver de su padre tumbado sobre el sofá del salón con la cabeza totalmente desfigurada, tenía once hachazos en el cráneo.
La criada testimonió los gritos de Lizzie llamándola con urgencia: "¡Bridget, rápido, baja!¡Padre está muerto!Alguien ha entrado y lo ha matado. Deben haberlo hecho mientras yo estaba en el establo".
Llamaron inmediatamente al médico forense y avisaron a la madrastra que estaba en sus aposentos. Pero la encontraron de rodillas en el suelo con 21 hachazos en la cabeza. Llevaba muerta unas horas antes que su marido.
La policía buscó pistas por toda la casa. En el sótano hallaron cuatro hachas y una azada. La azada estaba recién cubierta de ceniza, algo extraño.
Todo hacía sospechar de Lizzie...su carácter, que fuese la primera en descubrir el cadáver, la frialdad en el trato con su padre, el odio hacia su madrastra y sobre todo, que no tenía una coartada definida.
Fue detenida, aunque ella siempre se declaró inocente.
Massachussets se conmovió con el asesinato y con Lizzie. La prensa la describió como una heroína y mártir. Se convirtió en un ídolo para el pueblo y su juicio fue uno de los acontecimientos más grandes en los medios de comunicación de aquella época.
Lizzie era la única persona que pudo haber cometido los asesinatos y así lo creían los 21 miembros del jurado. Todas las pruebas apuntaban contra ella.
Una versión aseguraba que el padre había descubierto una relación lésbica de su hija y Lizzie lo habría asesinado para poder continuar viéndose con su amada.
Gracias al pueblo se salvó de la pena de muerte y quedó en libertad.
Lizzie vendió la propiedad paterna y compró una mansión donde vivió hasta su muerte.
Jamás se averiguó que sucedió realmente aquel trágico día en la casa de los Borden...
"Lizzie Borden tomó un hacha
y le dio cuarenta hachazos a su madre.
Cuando vio lo que había hecho
le dio cuarenta y uno a su padre".
Lizzie, una mujer de 40 años vivía junto a su padre y a su hermana. Al morir su madre, el padre volvió a contraer matrimonio. Ambas hermanas odiaban profundamente a la mujer.
El padre era un hombre tacaño y trataba a sus hijas, sobre todo a Lizzie, como si fueran niñas pequeñas. No consentía que hablaran con extraños y tampoco que salieran solas a la calle.
El 4 de agosto de 1892, Lizzie descubre el cadáver de su padre tumbado sobre el sofá del salón con la cabeza totalmente desfigurada, tenía once hachazos en el cráneo.
La criada testimonió los gritos de Lizzie llamándola con urgencia: "¡Bridget, rápido, baja!¡Padre está muerto!Alguien ha entrado y lo ha matado. Deben haberlo hecho mientras yo estaba en el establo".
Llamaron inmediatamente al médico forense y avisaron a la madrastra que estaba en sus aposentos. Pero la encontraron de rodillas en el suelo con 21 hachazos en la cabeza. Llevaba muerta unas horas antes que su marido.
La policía buscó pistas por toda la casa. En el sótano hallaron cuatro hachas y una azada. La azada estaba recién cubierta de ceniza, algo extraño.
Todo hacía sospechar de Lizzie...su carácter, que fuese la primera en descubrir el cadáver, la frialdad en el trato con su padre, el odio hacia su madrastra y sobre todo, que no tenía una coartada definida.
Fue detenida, aunque ella siempre se declaró inocente.
Massachussets se conmovió con el asesinato y con Lizzie. La prensa la describió como una heroína y mártir. Se convirtió en un ídolo para el pueblo y su juicio fue uno de los acontecimientos más grandes en los medios de comunicación de aquella época.
Lizzie era la única persona que pudo haber cometido los asesinatos y así lo creían los 21 miembros del jurado. Todas las pruebas apuntaban contra ella.
Una versión aseguraba que el padre había descubierto una relación lésbica de su hija y Lizzie lo habría asesinado para poder continuar viéndose con su amada.
Gracias al pueblo se salvó de la pena de muerte y quedó en libertad.
Lizzie vendió la propiedad paterna y compró una mansión donde vivió hasta su muerte.
Jamás se averiguó que sucedió realmente aquel trágico día en la casa de los Borden...
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