"Belladona: en italiano significa mujer hermosa; en nuestro idioma, un veneno mortífero. Un ejemplo irrefutable de que ambas lenguas coinciden en lo esencial". Abromse Pierce
Esta legendaria planta siempre estuvo vinculada a la brujería.
De acuerdo con algunas tradiciones europeas, el espíritu que habita dentro de la Belladona, planta de hojas grandes y ovaladas, y flores acampanadas violáceas o amarillas, sale sólo una noche al año, la noche de las "Walpurias", cuando se prepara para celebrar el "Sabbath" con las brujas.
En tierras celtas hay una leyenda sobre una secta de sacerdotes que ingería una infusión de belladona para honrar e invocar a la diosa de la guerra.
Otro mito cuenta que cierto hechicero trató con esta flor a una mujer enferma, provocando un estado de sueño que se prolongó durante varios días. Al despertar la paciente se mostró molesta por haber sido despojada del estado hipnótico en que se encontraba, que la llevaba a lugares maravillosos, llenos de placeres y lujurias. Al conocerse esta experiencia, se prohibió el uso de la flor y se la consideró demoníaca por la Iglesia.
Se cree que la belladona fue empleada para envenenar a las tropas romanas durante las guerras macedónicas al enfrentar a Esparta, según la descripción que realizó Plutarco sobre los extraños efectos que siguen a su uso. Con la misma planta fue envenenado Claudio, emperador romano.
Un experto en medicina herbolaria expresa: "el uso de la Belladona reclama mucha prudencia, siquiera administrada en dosis un poco elevadas, produce vértigos, náuseas, dilatación de las pupilas, delirios, alucinaciones y con frecuencia, la muerte".
Esta legendaria planta siempre estuvo vinculada a la brujería.
De acuerdo con algunas tradiciones europeas, el espíritu que habita dentro de la Belladona, planta de hojas grandes y ovaladas, y flores acampanadas violáceas o amarillas, sale sólo una noche al año, la noche de las "Walpurias", cuando se prepara para celebrar el "Sabbath" con las brujas.
En tierras celtas hay una leyenda sobre una secta de sacerdotes que ingería una infusión de belladona para honrar e invocar a la diosa de la guerra.
Otro mito cuenta que cierto hechicero trató con esta flor a una mujer enferma, provocando un estado de sueño que se prolongó durante varios días. Al despertar la paciente se mostró molesta por haber sido despojada del estado hipnótico en que se encontraba, que la llevaba a lugares maravillosos, llenos de placeres y lujurias. Al conocerse esta experiencia, se prohibió el uso de la flor y se la consideró demoníaca por la Iglesia.
Se cree que la belladona fue empleada para envenenar a las tropas romanas durante las guerras macedónicas al enfrentar a Esparta, según la descripción que realizó Plutarco sobre los extraños efectos que siguen a su uso. Con la misma planta fue envenenado Claudio, emperador romano.
Un experto en medicina herbolaria expresa: "el uso de la Belladona reclama mucha prudencia, siquiera administrada en dosis un poco elevadas, produce vértigos, náuseas, dilatación de las pupilas, delirios, alucinaciones y con frecuencia, la muerte".
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