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Mostrando entradas de junio, 2016

LIZZIE, LA ASESINA DEL HACHA

Lizbeth Borden se hizo tan famosa en Masssachusets que hasta le compusieron una canción con su "hazaña". "Lizzie Borden tomó un hacha  y le dio cuarenta hachazos a su madre.  Cuando vio lo que había hecho  le dio cuarenta y uno a su padre". Lizzie, una mujer de 40 años vivía junto a su padre y a su hermana. Al morir su madre, el padre volvió a contraer matrimonio. Ambas hermanas odiaban profundamente a la mujer. El padre era un hombre tacaño y trataba a sus hijas, sobre todo a Lizzie, como si fueran niñas pequeñas. No consentía que hablaran con extraños y tampoco que salieran solas a la calle. El 4 de agosto de 1892, Lizzie descubre el cadáver de su padre tumbado sobre el sofá del salón con la cabeza totalmente desfigurada, tenía once hachazos en el cráneo. La criada testimonió los gritos de Lizzie llamándola con urgencia: "¡Bridget, rápido, baja!¡Padre está muerto!Alguien ha entrado y lo ha matado. Deben haberlo hecho mientras yo estaba en el establo

LLAMADOR DE ANGELES

Es una esfera de plata que emite un sonido armonioso, como el de unas campanillas, que según la tradición, avisa a nuestro "Angel de la Guarda" que necesitamos de su presencia. A los ángeles les encanta esas vibraciones gráciles que para ellos son mensajes claros que les informan que están siendo llamados por alguien al que aman y deben proteger. Se puede llevar colgando del cuello, aunque también puede ser ubicado en las puertas y hasta en la cuna, para que su llamado musical guarde el sueño del bebé. Existen muchas leyendas sobre "el llamador de ángeles" y ésta es una de las más bellas. Hace miles de años los humanos vivían en contacto con los Ángeles, pero debido al Pecado Original, perdieron este mágico don. Los Ángeles apenados por la pérdida de la compañía de los humanos, les obsequiaron unos colgantes esféricos de plata pura, que al agitarlos, sonaban como campanillas. Estas esferas eran un símbolo de protección. Los Ángeles se despidieron de lo

EL PODER DE LA NIGROMANCIA

Incluso los magos y los nigromantes más poderosos no escapan al paso del tiempo y la muerte. Sus cuerpos mortales y sus necesidades biológicas son un lastre que les impide alcanzar la plenitud de su poder. Algunos de los más sabios han resuelto el problema convirtiéndose a sí mismos en "muertos vivientes". De ese modo, ni el hambre, ni el sueño, ni la enfermedad, distraen al nigromante de sus estudios de magia y muerte, consiguiendo así ser aún más fuertes y mortíferos. El mago, una vez dispuesto a dar el paso de convertirse en muerto viviente, ha de preparar su propia muerte a través de una poción de veneno, pero antes, debe crear un objeto fetiche en el que depositará su alma una vez que empiece el ritual. De ese modo separará el cuerpo de su alma. El cuerpo, levantado como un cadáver "vivo" será animado por la energía del ritual que, además, le permitirá mantener la inteligencia y las habilidades que poseía en vida. Su alma guardada en el objeto fetiche es