China, año 1300, durante la dinastía Ming
El niño corre con desesperación por las callejuelas de Shangai. No permitirá que lo atrapen. Debe huir de su fatal destino.
Dos días atrás, oculto tras una puerta, escuchó a sus padres discutir.
- No llores, mujer, es la solución a esta vida de miseria.
- Pero será fatal para nuestro hijo - gimió inútilmente la mujer, la decisión estaba tomada.
- Mañana llevaré a Tian al cirujano para que lo castre y luego iremos a palacio para ofrecer sus servicios al Emperador.
Tian, de once años, comprendió perfectamente. Pretendían ultrajarlo, no lo permitiría. Pero, ¿cómo? ¿Cómo se opondría a la voluntad férrea de su padre?
Esa noche, desconsolado y temeroso, apenas pudo conciliar el sueño y cuando lo hizo recibió la respuesta a su tormento.
Un mirlo negro con cabeza de tigre y cola de serpiente, al que los campesinos supersticiosos llamaban Nue, violó su inconsciente con un mensaje auspicioso : "Durante la Fiesta de lo Faroles, amparado por la protección de la luna nueva, corre al bosque de fresnos. Ellos esconden al Árbol de la Vida, el Kiri. Junto a este poderoso árbol, se encuentra el Pozo de los Deseos. Allí se resolverán tus problemas".
El niño despertó agitado. La esperanza otra vez en su corazón.
Y es la esperanza la que ahora lo impulsa a correr sin tregua hasta su salvación.
Un dragón se cruza en su camino. "No es un demonio, son solo campesinos disfrazados danzando", se tranquiliza.
Atraviesa la muralla que protege la ciudad, sortea con astucia la vigilancia y se interna sin temor en la soledad del bosque. Al rato, avista el Árbol mágico...y un poco más allá, el Pozo de los Deseos. "El Nue no mintió", sonríe aliviado.
Aminora su marcha. Con paso precavido se acerca al Pozo. Se asoma a él con sigilo. Lo recibe una Voz grave, rasposa, potente :
- ¿Cuál es tu petición?
- Cambiar mi destino - responde sin titubear.
- A cambio deberás entregarme tu alma. ¿Estas dispuesto?.
- Lo estoy - dijo con firmeza.
- Vuelve, entonces, sin temor a tu casa. Tu padre te espera angustiado.
El niño, hechizado por la voz, regresa seguro y en paz a su hogar. Sin embargo, sus pasos toman un rumbo opuesto a su humilde casa. Una fuerza superior lo impulsa hacia el Palacio.
Lo reciben como si fuese el príncipe. ¡Él es el príncipe! Su padre, el Emperador, lo abraza tiernamente. Su hijo ha regresado, lo ha perdonado.
Confundido, escucha al Emperador:
-Nunca más te impondré un compromiso nupcial. Tienes razón, aún eres pequeño, disfruta de los placeres de la vida. No seré un obstáculo para ello. Sólo deseo que seas feliz, hijo querido. Tú eres la razón de mi existir, no vuelvas a abandonarme.
Dicho esto, comenzó un banquete sin igual. Un largo desfile de sirvientes hizo su entrada en el deslumbrante salón cargados de fuentes con variados manjares: aromáticos caldos, sopas "Nidos de golondrina", ligeros guisados de pescado con salsa de soya, sabroso arroz fermentado.
Tian no podía creer su suerte. De campesino desahuciado a omnipotente príncipe.
Los años pasan sobre alas de águila. Sin preocupaciones, sin necesidades, viviendo en la opulencia, siendo respetado y amado.
Finalmente el amor lo sorprende. Ella es un criatura exquisita. Cuando prueba sus besos siente que un mundo nuevo nace ante sus ojos. "Nunca imaginé semejante preludio para esta historia de amor", piensa extasiado.
Se fija la fecha de la boda. Los novios, dichosos. El futuro, venturoso.
Unas horas antes de la ceremonia, una voz conocida perturba a Tian. Lo llama con insistencia. "No puedes negarte. Ven pronto".
Fabula un pretexto para ausentarse. El Emperador consiente a disgusto.
-Debo ir solo padre - insiste rechazando la escolta que le asigna.
Apesadumbrado, regresa al punto de inicio de su descabellada aventura...al Pozo de los Deseos.
-¿Qué quieres? - grita malhumorado Tian.
-¿Qué maneras son esas joven príncipe? ¿Dónde quedó el niño modoso que en un tiempo no muy lejano llegó suplicando auxilio? - tronó la Voz.
- Perdóname. ¿Qué sucede? - claudicó Tian.
- Ha llegado el momento de pagar el favor que te hice.
- Dime, pues. Lo haré gustoso.
- Luego de la ceremonia y cuando estén solos en la alcoba nupcial, no debes yacer con tu amada. En cambio, deberás arrancar su corazón y arrojarlo en mis aguas.
Tian queda paralizado por el macabro pedido.
- Imposible, es una locura. ¿Por qué me pides semejante sacrificio? - clamó abatido.
- Me alimento del corazón de doncellas vírgenes, gracias a ello existo y puedo conceder deseos, hacerlos realidad. Tú fuiste uno de los numerosos beneficiarios, ¿recuerdas? - dijo con ironía - Si no me obedeces, mi ira caerá sobre ti. Ahora vete y cumple con lo pactado - se ofuscó.
La mente de Tian trabaja a toda velocidad, debe hallar una rápida solución a la encrucijada en que se encuentra.
Un ruido extraño perturba sus pensamientos. Presta atención al posible peligro. Oculto, tras unos matorrales, un leopardo lo acecha. Agradece a los dioses haber traído consigo la ballesta. Apunta en el preciso momento en que el felino salta sobre él. Tian da en el blanco y en ese momento concibe un arriesgado plan.
Ya en palacio, el joven tiembla de deseo al ver a su prometida envuelta en sedas y perlas. Ansía sumergirse en ella y perderse en sus besos.
Concluida la ceremonia, la rapta del banquete. Solos, en la recámara, la toma con vehemencia, venerando cada parte de su cuerpo como la porcelana más translúcida.
La deja durmiendo, exhausta. Toma su bolso de cuero y corre al bosque.
Sin dudar, arroja el bulto dentro del Pozo.
La Voz, rica en furia, lo detiene, lo fulmina.
-¿Por quién me tomas? ¿Te crees más astuto que yo? ¡Imbécil, eso es lo que eres, un imbécil! El corazón de un leopardo no salda tu deuda, me has desobedecido. Tendrás tu castigo. ¡Vete! - sentenció con dureza.
Tian, quebrantado, regresa al pueblo. Esta vez sus pasos lo llevan a su antigua casa, la humilde. Un par de soldados del emperador lo están aguardando.
-¡Tú, prófugo!, acompáñanos. El cirujano te espera - exclaman con rudeza.
No opone resistencia, está vencido.
Lo castran bajo la dirección del eunuco de rango superior. Lo mutilan en una habitación cerrada y durante tres días se le prohíbe comer para evitar los riesgos de una infección, sólo le dan de beber un licor fuerte con efectos analgésicos.
Semanas más tarde, ya recuperado, lo ponen al servicio de la princesa. Aquella princesa que alguna vez tuvo entre sus brazos...
"Besos que vienen riendo, luego llorando se van, y en ellos se va la vida, que nunca más volverá".
( Miguel de Unamuno)
Un relato impresionante, me ha encantado, me recordó a los "cuentos del japón" que leía de niña en un libro llamado "Fabulandia". Me ha gustado muchísimo tu cuento, felicidades.
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